Into the sun, un disco humilde pero ambicioso donde apenas se nota el rastro de la herencia paterna: sólo el inevitable eco en algunas partes melódicas y en la voz (especialmente cuando Sean alcanza sus cotas de máxima vulnerabilidad). Para alguien que de pequeño merendaba con Michael Jackson, iba de comprascon Andy Warhol, tenía dibujos de Keith Haring y pasaba el rato en un estudio viendo cómo David Bowie grababa sus temas, no está nada mal. Para alguien que perdió a su padre a los cinco años y sabe que su carrera estará durante años marcada por las comparaciones, está más que bien. Así que no es extraño que Sean se muestre un poco huraño cuando atiende la llamada del entrevistador desde un teléfono celular.